Un grupo de amigas me visita en mi casa de España.
Es el octavo año que pasamos juntas toda una semana.
Las primeras veces me sentí muy responsable y no logré disfrutar esta especie de "invasión" a mi casa.
Este era una antiguo patrón en mí, un viejo instinto de supervivencia.
El año pasado surgió un problema en el grupo. Se notó en particular durante la cena, luego de unos vasos de vino. Una de nosotras comenzó a hablar en voz muy alta. No podíamos comunicarnos con ella porque no escuchaba a nadie. Algunas de nosotras se irritaron por este motivo.
Aunque todas sentíamos que debíamos resolver este problema, no sabíamos cómo hacerlo.
Anoche sucedió nuevamente: ella comenzó a hablar cada vez más fuerte y no admitía ser interrumpida. De repente me dijo: "Espera" y caminó hacia la cocina, trajo una cuchara y dijo: "cada vez que una de nosotras tenga la cuchara, será su turno de hablar y sólo ella hablará".
Esto funcionó perfectamente. Hemos podido compartir cosas más profundas y auténticas que antes y hemos recuperado la base de la amistad en este grupo.
En mi casa, en el sur de España, frente al océano Atlántico, estoy preparando una habitación donde pueda recibir grupos de personas. Esta habitación está tornándose en un ambiente cálido, con un resplandor terrenal, por la atención que está recibiendo.
El nombre del grupo será "El cuerpo como una puerta de acceso a quienes somos".
Cerca de la casa, en la playa, hay un pequeño pero acogedor hotel en que los integrantes del grupo se pueden hospedar.
Una amiga española contribuirá con su conocimiento del Ayurveda para los grupos que duraran una semana.
Me alegro mucho que mis sueños comiencen a tomar forma.
Mucha gente, inclusive yo misma, utilizamos el pensamiento en términos masculinos cuando nos preguntamos acerca de la religión.
Creemos en la autoridad, en las reglas, nos asustamos pensando que somos malas personas si no hacemos lo que se nos dice.
Esta actitud se graba en las células de nuestro cuerpo.
Esta mañana noté que todo en la naturaleza, todo lo que ha tomado forma, incluyendo nuestros cuerpos, es parte de la gran Madre.
Para mi, para mi cuerpo, este es un pensamiento reconfortante.