Acaba de pasar el día más corto del año y tenemos más claridad.
Parada en esta línea de luz y sombra me siento tironeada por ambas.
Por un lado está la luz, la conciencia elevada que está disponible para los que buscan.
Por otro lado, simultáneamente, las cosas que desde hace mucho tiempo no admitimos se presentan con mucha intensidad.
Los lugares más oscuros están destinados a ser reconocidos y disueltos en una consciencia más grande.
Parece que la oscuridad está buscando maneras para retenerme.
Hago click en una de las ideas del libro Plenitud Total y leo:
“Idea 87: El Amor me envuelve como un abrigo protector. “
Con este pensamiento he cruzado la línea, hay más claridad.
Sigo mi camino…
No sé si otros también experimentan esto, para mí la solitud balancea mi alma.
Cuando vuelvo al silencio, la batería de mi vida se recarga.
En el lugar donde estoy ahora, de frente al océano, rodeada por lo salvaje de la naturaleza, me siento más a gusto que en cualquier otro sitio.
Aquí puedo sentir que mi esencia es apasionada, indómita, y, a la vez, tal como la naturaleza, bien ordenada, igual que las olas del mar que tocan la tierra de una manera infinitesimal viva y organizada.
El aroma, los sonidos, el panorama infinito me llevan más allá del horizonte de la sociedad.
Aquí puedo deshacerme de las influencias que me inducen a adaptarme todo el tiempo.
Aquí puedo sentir que no hay necesidad de encargarme de otros, aunque los deberes domésticos son los mismos.
¿Porqué escribo entonces? ¿Porqué deseo compartir esto?
Tiene que ver con una fascinación con la vida. Mi vida tiene más sentido si comunico estas cosas.
Hay una voz en mis adentros gritando: ¡Mira, silénciate un momento!
Acércate y celebra conmigo lo sagrado de la naturaleza.
En este momento escribir es la única manera, para mí, de expresar esto sin perturbar el silencio.
Porque, cuando termino de ser silenciosa, ya no escucho, veo, huelo, ni conozco aquello de lo que estoy hablando.
Es por eso que me gusta escribir.
Así puedo dar una voz al carácter salvaje dentro de mí sin perturbar el silencio.
Estamos en España. Llueve copiosamente y nos cubre la tempestad.
Desde el mar, la olas ruedan impetuosamente hacia la playa.
El cielo se ha tornado gris.
La hora más bonita del día nos llega con el atardecer, en ese momento en que encendemos las luces y las velas, cuando prendemos fuego en el hogar.
El sonido del piano en la música flamenca que estamos escuchando, me recuerda la fogosidad y el ardor de mi alma.
El simbolismo de lo que está pasando es más profundo de lo que estas palabras pueden reflejar.
Lo probaré sin embargo:
...Cuidemos el fuego interior, aún cuando nos rodée la tempestad y la lluvia...
Durante estos días oscuros de diciembre siento una gran necesidad de dirigir mi atención hacia mi interior. Siento que mi tesoro más grande se encuentra allí.
Parece que mi cuerpo pasa por un gran proceso de limpieza.
Por vivir tranquilamente y por ser introvertida hago espacio para que la creatividad pueda aparecer.
Es importante para mí vivir desde dentro hacia fuera en vez de vivir desde la reacción a lo que ocurre.
Deseo compartir este sentimiento.
Estoy aquí.