Celebremos en este primer día del Año Nuevo el hecho de la terminación de un ciclo y la apertura hacia un terreno que hasta ahora no está trazado.
Cuando atendemos a nuestros corazones y al enfocarnos en valores tan elevados como la alegría, la ternura, la ligereza, la paz, la libertad, la sabiduría, la integridad, la gracia, facilitamos el proceso de transición hacia una forma nueva, no solamente para nosotros mismos, sino también para la tierra y sus habitantes.
Somos co-creadores.
El día enero 1, 2012, muchas personas alrededor del mundo participarán en una onda de paz para el bienestar mayor de todos.
Podemos conectarnos con esto.
No solo somos receptores de energía, somos emisores también.
Noto que, en este día del solsticio, salen a la luz todo tipo de cosas que no se relacionan con lo más elevado de mi ser.
Al sintonizarme y resonar con un campo de gracia, bienestar y ternura, abro mi corazón para el renacimiento de la luz.
La luz en mi corazón desea la paz en la tierra para todos los seres.
Me entrego dulcemente a este sentimiento.
El mundo está preparándose para algo grande, aunque leemos en los periódicos de los bordes oscuros de este cambio.
Una nueva consciencia está naciendo, una consciencia a la cual podemos conectarnos, cada uno de nosotros haciéndolo de nuestro modo único.
Ya no podemos entender esto con nuestro razonamiento, no hace falta, porque el verdadero cambio es transmitido a través de un discernimiento en nuestros corazones.
Sentimos si algo es verdad, y si algo cuadra con nosotros o no.
Noto que es importante sentirme a mí misma, relajarme y disfrutar con fluidez de mi cuerpo y regocijarme en ese disfrute.
Aquella consciencia nos asistirá y nos sostendrá cuando le indiquemos con claridad qué es lo que queremos.
Así nos acercamos y somos acercados por lo eterno e invisible.
Concederse y confiarse son temas importantes.
Se trata de entregarnos a lo desconocido que está listo para ser vivido.