A medida que voy envejeciendo vivo más en mi centro, mientras voy disfrutando las grandes pequeñeces de la vida.
Veo las altas copas de los árboles contra el cielo azul y gris, disfruto del juego de luz y sombra en el jardín y gozo del calor dentro de casa, independiente de lo que está pasando en el mundo.
No intento decir con esto que no me siento afectada por la actualidad mundial, pero a un nivel más profundo experimento que cada oleada de paz que se origina en mí tiene más efecto que si interfiriese en el gran campo de fuerzas.
A mi manera contribuyo algo para hacer la paz en la tierra más natural.