Al final del proceso de pintar es costumbre escuchar lo que la pintura tiene que decir.
La figura en el cuadro me dice que puedo ser mi yo autentico por completo y que puedo confiar en mis sentimientos.
Que debo ser suave para mí, y que mi dureza ya no es necesaria.
También siento de gran importancia para la vida de una mujer de ser consciente de su matriz, para que la femeninidad pueda prosperar y la proscripción que hubo durante siglos de influencia patriarcal puede ser liberada.
El cuerpo es un instrumento sagrado para encarnar el alma.
Su nombre es “La gentil presencia”.