Noto que estamos viviendo un tiempo de transición.
Las antiguas seguridades pierden su encanto, otras necesidades precisan ser especificadas y expresadas; al mismo tiempo no sé qué es lo que quiero en esta situación.
Es decir, lo intuyo vagamente, pero lo que deseo es tan diferente de lo habitual que rara vez siento la valentía de expresarme acerca de eso.
Me siento como un capitán de barco en un mar agitado mientras, al mismo tiempo, hay poco que está sucediendo.
La vida parece ser una gran paradoja.
Lo viejo está muriendo, pero lo nuevo aún no se presenta con claridad.
El Domingo 21 de junio de 2009 será el solsticio.
Desde este día podemos experimentar más que nunca que lo antiguo ha pasado.
Habrá llegado un nuevo amanecer.
Estos días me doy cuenta, una vez más, de la importancia de ser consciente de mi intento.
Cuando olvido cuales son las cosas que encuentro importantes en la vida, me arriesgo a sentirme sacrificada en las circunstancias, aún cuando las cualidades de la vida sean de lo más bellas.
Me he sentido deprimida un rato, luego decidí qué es lo realmente importante para mi. Así, recordando mi objetivo, he vuelto a respaldar la vida tal como la estoy viviendo, y aún más: volvió la paz.