Para sentir quienes somos, no es necesario detener el pensamiento, sino dejar de reaccionar a lo que va surgiendo momento a momento.
De esta forma dejamos de alimentar a los pensamientos para que actúen por sí mismos, entonces, naturalmente, entramos en un estado más silencioso de nuestro ser.
Para mí, esta actitud es muy similar a la que tomo cuando digo: “Hágase Tu Voluntad”.
Cuando pregunto a la alegría qué es lo que desea, mis movimientos se apaciguan.
Mis pensamientos acerca de lo que debo hacer dejan de preocuparme.
Comienzo a disfrutar de un fluir más lento y encuentro el tiempo para dejarme tocar por lo que suceda.
Cuando pregunto a la alegría qué es lo que desea, sé qué colores quiero llevar y cómo puedo ver la belleza que me rodea.
Cuando pregunto a la alegría qué es lo que desea.