Me siento como un arco iris: por un lado amplia, grande, calma, mientras dentro de mí hay contradicciones. Las encuentro como un tipo de resistencia contra lo que la vida ofrece, una batalla interna de mi voluntad pequeña hacia lo que está pasando.
Una especie de ¡oh no, eso no!, y un ¡si, quiero esto!
Percibo mi neurosis en su esplendor completo, la lluvia y el sol al mismo tiempo, en un arco con colores fenomenales.
Permito que todo coexista.
Ayer la inquietud era mayor que lo grande, lo amplio, lo calmo. Afortunadamente vi, en el momento justo, un artículo con la palabra ‘mindfullness’. Mindfulness es la capacidad de ser consciente de lo que está pasando. La palabra misma me mostró el camino para dejar atrás la agitación.
No debo hacer nada más que aceptar la Vida tal como es para volver a sentirme calma.
Siento que, entonces, el camino de la vida se vuelve una danza que muestra todos los colores del arco iris.
Noto que es importante para mí organizar mi vida de tal manera que la energía masculina de mi corazón tome forma mientras continúa fluyendo normalmente la energía femenina.
Me resulta importante reservar tiempo y espacio para mí. A esto le llamo la energía masculina de mi corazón, porque da forma, porque crea estructura.
Es como crear un cáliz para contener la energía femenina que fluye con todo. Es como una membrana para no perderme a mi misma en la vida de todos los días.
El deseo de reservar tiempos y espacios para mí misma ocupó mi mente hasta el momento en que cedí al deseo de crear un estructura para hacer realidad este anhelo.
De esta forma el lado derecho de mi cuerpo fluye mejor y noto que mi espíritu se expresa con la nueva estructura en la planificación de mi vida.
Es un cambio pequeño y de gran importancia a la vez.