Estoy haciendo un tejido, tejo con hilos de humildad alrededor de mis imperfecciones.
Cada hilo que ato implica una liberación a mi búsqueda de la perfección.
La libertad que resulta es el néctar que fluye a través de los hilos.
Sé que la trama que tejo tiene huecos aquí, bultos allí y también cabos sueltos.
Pero no sufro con ello, simplemente disfruto de tejer y liberarme.
Tengo un texto en la pantalla de mi ordenador.
Dice:
La libertad es el sirviente del amor.
El amor es una faceta de la libertad.
Alguna vez había leído aquellas palabras en un libro y me tocan profundamente.
Impacta en un área de mí que la razón no puede alcanzar, sin embargo, siento la necesidad de comprender más a fondo.
Entonces dejaré el texto un rato más en la pantalla de mi ordenador.
Bendigo el ser humano que soy.
Bendigo los errores que cometo, la angustia que siento.
Amo ser humana, con todas las imperfecciones que eso implica.
Bendigo el yo que no merece ser juzgado.
Juzgado ni en lo más mínimo.
!Que viva en gran exuberancia!
No gobernada por leyes, por reglas de cómo debería ser, como debería portarse.
No atada a lo que hice mal.
Amo el ser humano que soy.
Para sentir quienes somos, no es necesario detener el pensamiento, sino dejar de reaccionar a lo que va surgiendo momento a momento.
De esta forma dejamos de alimentar a los pensamientos para que actúen por sí mismos, entonces, naturalmente, entramos en un estado más silencioso de nuestro ser.
Para mí, esta actitud es muy similar a la que tomo cuando digo: “Hágase Tu Voluntad”.
Cuando pregunto a la alegría qué es lo que desea, mis movimientos se apaciguan.
Mis pensamientos acerca de lo que debo hacer dejan de preocuparme.
Comienzo a disfrutar de un fluir más lento y encuentro el tiempo para dejarme tocar por lo que suceda.
Cuando pregunto a la alegría qué es lo que desea, sé qué colores quiero llevar y cómo puedo ver la belleza que me rodea.
Cuando pregunto a la alegría qué es lo que desea.
Cuando confío en mis sensaciones y trato de no hacerme problemas, no darles vuelta en mi cabeza, logro no quedar atrapada por mi propio juicio con respecto a lo que ocurre en mi vida.
Ahora me resulta claro que no es bueno para mí quedar atada al pensamiento repetitivo que regurgita los problemas.
Al dejarme ir, al abandonarme, al disfrutar y confiar en la bondad fundamental que hay en este momento, aquí y ahora, puedo permanecer en contacto con la corriente eterna de la vida, que no se mueve con mis conflictos.
Mi vida se compone de mis experiencias.
Ellas forman el escenario donde se desarrolla la obra de teatro, es decir, mi vida.
Cuando suelto mis pensamientos, sin atarme a ninguno, no quedo atrapada en viejas versiones del mismo espectáculo.
Me muevo con el flujo.
Especialmente viviendo en el silencio es que encuentro mi temperamento.
Aquellos aspectos de mí, que me he negado a experimentar, a enfrentar a lo largo de mi vida.
Ahora permito que se expresen.
Confío en que la forma áspera en que lo hacen, se fusionarán para fortalecer mi centro en el espacio silencioso.
Tengo la impresión de que la vida nos envía constantemente más energía, la que provoca que el barco en el que navegamos enfrente olas cada vez más altas.
Al volver al silencio interior, puedo mantener mi equilibrio y encontrar el coraje para ser fiel a mí misma.
Este es el desafío que todos enfrentamos.
Adoro vivir en el silencio.
A veces la vida me pone obstáculos que perturban este estado.
En tal caso la intuición se presenta de una manera inconfortable.
Me pongo triste, me siento irritada o enfadada y pierdo mi armonía habitual.
Si entiendo cuál es el mensaje que desea expresarse y si tengo el coraje de sintonizarme con una nueva dirección, la desarmonía disuelve.
Me doy cuenta de que hice lo correcto cuando noto que las piezas del rompecabezas se ordenan solas.
Una vez que esta interrupción se ha disuelto, noto que la fricción me ha hecho ganar fuerza interna.
En tal momento vuelvo a vivir en el silencio.
Que me sienta confiada y tranquila, aún en la peor de las situaciones.
Que la armonía llene mi vida.
Que sepa cuál es mi verdad y que viva acorde a ella, aún cuando los demás la nieguen.
Que pueda estar en paz, aun cuando haya guerra a mi alrededor.
Que pueda estar presente para aquellos que me necesitan en los momentos duros.
Que pueda fluir junto al río de la vida, en lugar de combatir con los obstáculos.
Que pueda ver la belleza, aún cuando haya sido cubierta por la gruesa capa del enjuiciamiento.
Oh, que pueda sentir Tu gracia aún cuando no me comprendan.
Que pueda sentir Tu mente tocando mi cuerpo, aún en los lugares más extraños.
Que esto tome prioridad en mi vida por sobre todo lo que suceda.
Y que todo esto brille a través de mí en el tapiz de la vida que todos estamos tejiendo juntos.
Oh sí, que así sea.